En primer lugar, encuadremos al amor (con todo lo confuso, ambiguo y simplista que puede llegar a ser clasificar un sentimiento), fuera de todos los sentimientos que conocemos. Pongámosle exponencialmente separado de todos los demás.
En segundo lugar, sólo demos validez a los sentimientos contrarios al amor, a los sentimientos opuestos a los que nosotros por nuestra propia naturaleza, consideramos beneficiosos y placenteros. Éstos, son los que mueven al ser humano precisamente a la búsqueda de los contrarios, a encontrarse en un aura de felicidad, mediante la huida de todos esos sentimientos negativos y adversos.
Digamos que todo movimiento hedonista, no es el que busca los placeres mundanos y cotidianos para alcanzar la felicidad, sino que es un movimiento que huye de los displaceres, que busca la felicidad colocándose en la arista opuesta de la no felicidad. Pues, de este modo, el amor es el anverso de lo terrible, la perversión de lo corrupto, la ceguera temporal e increiblemente placentera, que actúa como un filtro frente a los ojos de una mente digamos, cotidiana, y en numerosas ocasiones masoquista, a la hora de amar, y ser amados. El amor es un compendio de sensaciones y estados de ánimo. Como todo conjunto, sin llegar a ser algo tangible, pero sí en cierto modo perceptible, tiene picos que suben y bajan. Lo fuertes que sean esas subidas, y lo alto que lleguen, y nuestra habilidad para amortiguar las bajadas, harán que ese sentimiento perdure de la manera que nosotros queremos. El amor, sin salirse de las relaciones humanas, colocándolo en un terreno menos absoluto, mas mundano y pragmático, debería o al menos esto citan algunos autores como Fromm o Stenberg, estar equilibrado (esto no se aparta de lo que debiera ser máxima en la mayoría de pasiones humanas).
A mi juicio, este buen hacer no debiera ser mas que el compendio de estar equilibrado y quererse a uno mismo (con permiso de el Cordobés), querer a la persona con la que mantengas esa relación, y por supuesto querer también la relación que se tiene. Estos tres aspectos deben estar equilibrados. En el contexto amoroso, hay amores primitivos, que funcionarían en épocas donde los hombres cazaban con hachas de sílex, pero por gracia o desgracia, vivimos en sociedades complejas, y por lo tanto las relaciones amorosas debieran estar sujetas tambien a términos y pautas sociales. Cuando se trata de un amor lineal, un amor cuasianimalesco, en el que sólo vive uno para otro, y la única importancia reside en ese otro, este amor de naturaleza en principio pura y primigenia, llegará a ser enfermizo. La propia relación amorosa tiene que hacer las veces de agente verticalizador, de demiurgo ordenador, poniendo una serie de pautas y límites que harán las veces de colchón, otorgando un cierto sentido a las conductas amoroso-libidinales.
Guille G.I.
Twitter: @guillegi6
3 comentarios:
libidinosas, no libidinales. Muy reflexivo
Juraria que libidinales es igualmente valida, pero. en cualquier caso gracias
El amor es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te vas a encontrar, es tan variado, que hay tantos tipos como personas, nunca se puede acotar el amor. Cualquiera puede ser válido para cualquiera, las combinaciones son casi infinitas. Eso es lo más divertido.
Publicar un comentario