Me subo las mangas de mi camisa violeta oscuro a medida que voy discerniendo entre lo que escribir o no escribir esta noche de octubre tenue aquí, en Madrid. Parece que la luz de la farola de mi calle está algo apagada, así que la habitual fuente de energía que da sentido a todas mis greguerías y dilucidaciones está hoy en off. Enciendo la lámpara de techo del cuarto y mientras me habitúo al amarillo de esta nueva luz superior, empiezo a pensar en el gato que se solía recostar a los pies del foco callejero. ¿Qué habrá sido hoy de él? ¿Será capaz de emigrar a otra farola más potente? ¿O por el contrario, al no ver luz en su faro cotidiano, habrá hecho más hincapié en rascar y ronear alrededor del mismo, intentando devolverle el calor y la alegría perdidas a esta turbulenta noche de otoño? Sea como sea, lo que es seguro es que no me voy a asomar a comprobarlo.
Volviendo de nuevo la cabeza al escritorio y a la pantalla del ordenador, procuro pensar en todo lo posible que puedo llegar a escribir, a ver si así se me ilumina la neurona. Pasa un minuto, pasa otro, pasa otro más… y las únicas letras nuevas que aparecen son las actualizaciones de Twitter. ¡Bah!.
Compruebo que la hora sea la correcta unas tres veces antes de pulsar una sola tecla, no sea que me equivoque de minuto y luego me maldiga unas ciento y pico veces por lo que escribí, y no por lo que pude haber escrito.
Ahora sí, ahora que ya todo fluye en orden, que el karma es estable y la luz superior es lo suficientemente potente como para sustituir al faro nocturno, me dispongo a escribir.
Ríos de titulares pasan por mi mente a mil kilómetros por hora: “ETA DEJA LAS ARMAS”, “SIMONCELLI D.E.P.”, “MÁS DE UN BILLÓN DE EUROS PARA LA BANCA”, “ELECCIONES 20-N”, “REVOLUCIÓN DEL 15-O”, “LEVANTE, LIDER DE PRIMERA”… pero sin embargo, hay otra serie de titulares que no consigo recordar. Son los titulares de los llamados “medios de contrainformación”. Medios de información tan válidos como los de masas salvo por una única diferencia: que unos no están vendidos a los intereses del poder ni poseen fundaciones, premios propios, cobertura mediática over the world, infiltrados en sus redacciones, pseudoperiodistas, titulares jugosos o noticias pactadas. Por ejemplo, medios de contrainformación son, “Kaosenlared”, “Periodismo Humano” o “Periodismo Independiente”, sin contar el sinfín de blogs y bitácoras en la red destinadas a dar otra visión de las cosas a través de la información pura y dura y sin ningún tipo de tapujos. Todo se trata de buscar y buscar hasta encontrar el blog que dé respuesta a nuestras inquietudes y satisfaga de manera eficaz y provechosa nuestro ansia de información acerca de lo que de verdad pasa en el mundo.
Ustedes se preguntarán, “¿pero cómo no he oído hablar antes de los medios que cita este chiflado?”. Pues muy sencillo estimado lector, porque estos medios no salen en la televisión ni se promocionan en carteles publicitarios. Estos medios no tienen radios ni máximos directivos que inviertan en bolsa martes sí y martes también. No tienen un contrato con el poder para publicar según qué o cuál noticia, no buscan lucrarse a costa de nadie, no les interesa el qué dirán. Simplemente persiguen a la noticia, a la información, al hecho noticiable; buscando siempre la objetividad y el rigor periodístico, algo que desgraciadamente se ha perdido en los tradicionales mass media.
Queridos lectores, no busquen estos medios alternativos en el canal 102 de su TDT o sintonizando su radio en la Onda Media. Tampoco los busquen anunciados en periódicos o como panfleto de publicidad en el buzón de su comunidad de vecinos. Búsquenlos en la red. En eso que llaman “la world wide web”. En Internet, vaya. Con ponerse las gafas de buceo, coger el arpón anti-debunkers, ajustarse las aletas debidamente y utilizar las palabras clave deseadas para cada tema a consultar, ustedes mismos se darán cuenta de que la verdad es tan inverosímil de poseer como tan maleable al ser poseída.
David Sarabia
Twitter: @DSarabissR
No hay comentarios:
Publicar un comentario