26 oct 2011

COSA DE "BOBONES"

No son pocos los que hoy en día siguen reconociendo el papel de la realeza en un país como fundamental. A mí me sigue pareciendo entristecedor que contemos con algo que el pueblo no pide, no es poco jugarme un brazo a que si se nos preguntara, a nosotros los ciudadanos, entre monarquía y república, saldría la opción sin corona. Creo que el cambio que pedía esta sociedad después de los terribles años del franquismo era pasar por una monarquía, que inteligentemente implantó el mismísimo caudillo, para afianzar un proceso democrático y asentar las bases del que sería un nuevo estado más liberal y organizado en la pluralidad.

Pero tras este proceso se debe seguir evolucionando, y me pasa similar con el caso del comunismo. Tengo un amigo que siempre se refiere a este modelo de la misma forma: “El comunismo está de puta madre, pero lo está para diez años, quince, incluso treinta”; y en países donde la situación es absolutista y descaradamente bochornosa, o lo que es lo mismo, donde se necesita el cambio urgentemente. Ese contraste hará progresar al estado hasta convertirlo en un territorio estable, pasado ese tiempo se deberá seguir evolucionando. Y el comunismo todos sabemos que llega un momento en que se estanca, pero bueno de este proceso hablaremos otro día.
Por ello hago hincapié en que el momento del rey así como su función “democratizadora” y “estabilizadora” ya ha pasado, ya somos un estado progresista, liberal y capaz de evolucionar sin la batuta de un elegido a dedo por el mayor cáncer de la historia de España. Y es que esto de los monarcas viene de lejos, son grandes personas con las mayores capacidades de contraer matrimonio entre ellos mismos y su asiento, pegar el culo a la silla hasta que la espátula les separe.

Y es que antaño, dicen, se les distinguía por el color de su sangre. Sus vestidos y posesiones eran imposibles de alcanzar por el pueblo llano, incluso esa ridícula forma de anteponer un pie al otro al caminar hacían sustanciales las diferencias entre los dotados por el poder divino y los que divinizaban la figura de éstos déspotas ensalzando al menos ladrón.
Aunque nos parezca cosa de libros de historia y películas de temática medieval, es entristecedor comprobar que esta realidad que vivimos poco dista de aquella formada por el triunvirato dios, patria y rey; y que nuestro sistema ladrón, aunque legítimo y algo más racionalizado, sigue marcando esa diferencia y supremacía innata e inexistente que separa la cuna de oro de la cuna de madera.
¿Es que acaso no lloran los niños “de sangre azul”, no comen y cagan después como todo hijo de vecino?

Me niego entonces a distinguir en mi esquema mental a los “Francisco y Lucía” de los “Froilán y Leonor”.
Menos después de desconocer las futuras profesiones de los primeros, vaticinando, siempre sin presuponerme adivino, la condición de vagos que mamarán desde críos estos hijos, nietos y sobrinos de reyes.

José Real
Twitter: @Jose_Real90

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